Autor, Alejandro Borensztein

Antes que nada, corresponde aclarar que Kicillof no es cómplice del Topo Alberto en su plan para destrozar al kirchnerismo. Lo hecho por el entonces ministro de economía con la estatización de YPF es anterior a la idea de la operación Caballo de Troya que infiltró a Alberto en la fórmula presidencial de 2019 para destrozarlos. No hay que confundir el sofisticado proyecto de destrucción política liderado por un distinto con la mala praxis de un inútil. Son diferentes talentos, aunque ambos hayan terminado sirviendo al mismo objetivo.

Aclarado el punto, ampliemos el episodio y conectemos estas locuras del pasado con las del presente.

La mayoría de los turistas que visitan el exclusivo resort de Cancún donde están alojados Cristina y Máximo, no deben entender la razón por la que la Vicepresidenta y el jefe de La Cámpora están organizando un fiestón en la playa.

Se supone que ambos están allí escondidos, sin dar la cara, a la espera de que esta racha negativa que atraviesa el kirchnerismo termine de una buena vez. Como viene la mano se van a tener que quedar en Cancún. Fracasaron en el gobierno, les fue otra vez mal en las elecciones y encima esta semana les jubilaron a la jueza que los iba a ayudar en Tribunales.

Sin embargo, la vida siempre da motivos para festejar. Es solo cuestión de mirar bien y se entenderá la razón de la fiesta. Veamos.

La justicia de EE.UU. condenó a la Argentina a pagar 16.000 palos verdes por la mala praxis de Cristina y Kicillof en la reestatización de YPF (siempre recordemos que había sido privatizada en los 90 por ellos mismos). La guita la va a cobrar el Fondo Burford a quien el Grupo Eskenazi, que es el accionista perjudicado por la medida del gobierno kirchnerista, le cedió el derecho a litigar contra nuestro país. Hay gente que cede cosas gratis. No sería el caso.

¿A cambio de que porcentaje los Eskenazi le cedieron a Burford el derecho al juicio? ¿Por el 50% de lo obtenido? ¿El 30%? Nadie lo sabe. Si tan solo fuera a cambio del 25% de lo que consiguieran en los tribunales neoyorkinos, esta gente recibiría unos 4.000 palos verdes que pagaremos todos nosotros. Felicitaciones.

Las malas lenguas sostienen que los Eskenazi fueron testaferros de los Kirchner en la operación de YPF y que, a la muerte de Néstor, se hicieron los boludos, como suelen hacer todos los testaferros. ¿Será tan así? Nahhhh. Solo unos gorilas mal pensados podrían imaginar que los dueños del Banco de Santa Cruz harían semejante cosa. Descartemos.

En cambio, lo que sí sabemos todos es que los Eskenzi compraron el 25% del paquete accionario de YPF gracias a que Néstor presionó a la española Repsol para que venda y acepte que le paguen con los mismos dividendos que daba la compañía. O sea, los Eskenazi le compraron a Repsol con la guita de Repsol. Ante tanta generosidad de los Kirchner para con los Eskenazi, es obvio que ahora lo menos que Ella se merece es un flor de regalo.

¿Alcanzaría con un Rolex de oro y brillantes? No, eso ya tenemos. Además no creo que los Eskenazi sean tan desagradecidos. Con solo regalarle el 1% sobre el 25% que eventualmente cobrarían, Cristina recibiría unos 40 palos verdes. Siempre y cuando no sea cierto lo del testaferro, en cuyo caso la cifra que cobraría Ella sería otra muy distinta y la parábola política sería increíble. Como para no hacer un fiestón maya. ¿Hola, qué tal?

Además de festejar, se sabe que Cristina y Máximo siguen debatiendo en Cancún los planes a seguir. Entre mojito y chapuzón, discuten si el eventual quinto gobierno kirchnerista seguirá negociando con el FMI como pide Massa o romperá relaciones como exige Máximo. Todavía no decidieron si en materia de seguridad continuará la doctrina Zaffaroni de liberar a los delincuentes o pasarán al plan Berni de fusilarlos. Analizan si van a bajar la inflación con un plan de precios máximos, precios cuidados, precios justos, precios preciosos o algún otro hit.

Tampoco hay definiciones sobre la posición internacional que sostendrán en caso de conservar el poder. No saben si alinearse con EEUU como quiere Massa, ser la puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica como dijo Alberto o seguir el modelo de China como explicó Cristina en una de sus últimas apariciones. Dudas que ni el tequila ni los tacos ni los mariachis ayudan a resolver.

En cualquier caso, está decidido que la militancia deberá confiar en su jefa espiritual y votar por Massa, aunque nadie haya explicado cuál va a ser el plan de gobierno. “Votalo porque se viene la derecha”, dicen apelando al corazón y al voto emocional. Después vemos qué hacemos. La idea, como siempre, es lograr la continuidad de Cristina, Alberto, Massa y Cerruti. Porque sí. Porque lo pide Ella. Por Perón, carajo.

Obviamente, lo más angustiante para la militancia no es sentir que están obligados a votar por Sergio Massa, al fin y al cabo después de votar a Scioli y Alberto ya están acostumbrados, sino la pérdida de votos que sufre el kirchnerismo a manos del León.

Estaban preparados para perder contra Bullrich o Larreta pero no para ver a millones de peronistas votando por Milei. Eso los enloquece. ¿Cómo puede ser que un gobierno tan revolucionario y progresista como el de Cristina, Capitanich y Emerenciano pueda desembocar en un gobierno de Milei y Villaruel? En realidad, la pregunta es al revés. ¿Cómo no iba a terminar en eso?

Se pasaron 20 años reivindicando a Firmenich y ahora se horrorizan porque Victoria Villarruel los pone contra las cuerdas. Hicieron lo que ya sabemos con YPF y se asombran de que les gane Milei diciendo que va a vender YPF. ¿Qué parte no entenderá esta gente?

Tanto como para mitigar la angustia del militante, tal vez deberían pensar que Milei es la continuidad de Cristina por otros medios y que si se diera la llegada del León a la Rosada no la extrañarían demasiado.

Los dos gritan. Los dos actúan. Los dos dicen que van por todo. Los dos demuestran poco respeto por las instituciones. Los dos se la pasan insultando a los medios y a los periodistas.

Faltan cinco minutos para que Milei empiece a hablar de “los esbirros de los medios hegemónicos” y no va a pasar mucho tiempo hasta que veamos columnas de jóvenes con banderas del León cantando contra los periodistas, como hace La Cámpora.

Milei dice admirar a Trump. Cristina no lo dice pero actúa del mismo modo que el magnate rubio. Por ejemplo, negándose a entregar el gobierno. El “Viva Perón, carajo” no suena muy distinto al “Viva La Libertad, carajo”.

También es obvio que pronto veremos jóvenes fanáticos con un tatuaje del León en los biceps, como los fanáticos que tienen tatuados a Néstor y Cristina. Estas cosas en Juntos por el Cambio no se ven. Difícil excitarse con una mina que al sacarse la remera tenga un tatuaje de Mario Negri.

Hay una sutil diferencia entre los funcionarios de los gobiernos kirchneristas y los dirigentes que rodean a Milei: los de Milei no niegan su pasado menemista.

En el medio de esta locura que parece sucederse sin solución de continuidad, solo queda Bullrich como último recurso más o menos racional. A la buena de Dios. Al lado de Melconian y ninguneada por Macri a quien le atribuyen cierta preferencia por Milei. El escenario menos pensado.

De no mediar otra cosa, allá iremos. Rumbo a la dimensión desconocida donde nos espera la estrafalaria y fellinesca imagen de un tipo que, al igual que los kirchneristas que juran por Néstor y Cristina, asumirá la presidencia jurando por Dios Nuestro Señor y sus cuatro perros.

Afuera, en la Plaza de Mayo, habrá multitudes agitando banderas negras con leones amarillos estampados. Es una de Harry Potter.

Parece joda pero no lo es.

Publicada el 9 de septiembre de 2023 en el diario Clarín de Argentina

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