Autor, Alejandro Borensztein

Lo bueno del pase de Messi al Inter Miami es que nos distrajo, al menos por unas horas, del lío que se armó en Juntos por el Cambio donde una vez más han decidido facilitarle a Cristina el camino hacia su quinto gobierno kirchnerista.

Ya es una especialidad de la casa. Cuando no es Macri escondiendo con bailes y globitos la crisis heredada en 2015, es Larreta contrabandeando peronistas en 2023 con la ayuda de Morales y otros refugiados.

Vaya esto para quienes dicen que en JxC no se ponen de acuerdo. Mentira. Están todos alineados en un mismo objetivo: mantener vivo el populismo con la excusa de que lo combaten. La mejor prueba es que, hasta ahora, el principal logro que han tenido los opositores son los 20 años de hegemonía kirchnerista.

¿La opción es Milei? Para algunos, sí. Por ejemplo, para los que sueñan con incendiar el Banco Central al mejor estilo Reichstag en Berlín 1933 o para los que se despiertan a la mañana con un irrefrenable deseo de salir a patear “zurditos de mierda” por la calle, como los define Milei.

Sin embargo, para los que prefieren vivir en una democracia republicana, representativa y federal con respeto por los DDHH y seriedad institucional, Milei no sería lo más recomendable.

Por otro lado, si la idea es evitar premiar a Alberto y Cristina por este inolvidable gobierno y buscar una opción superadora solo cabe zambullirse en el lío que hay en Juntos, Cambiemos, Hacemos Juntos, Juntos por el Cambio, Dale Cambiá Maestro, o como quieran llamar a esta banda de quilomberos.

¿Cómo llegaron a esta situación? Para explicarlo solo debemos observar cómo se mueven las distintas corrientes políticas. Veamos.

El larretismo intentó meter al schiarettismo dentro de Juntos por el Cambio, con el acuerdo del gerardomoralismo, el pichettismo y el lousteausismo, este último palanqueado por el nosiglismo y el yacobittismo, una rama universitaria del angelicismo quien a su vez es el brazo judicial del dizeoismo y otras ONG alguna vez protegidas por el macrismo.

Todo esto enfureció al bullrichismo y al macrismo, tanto en su rama mauricista como en su filial vecinal jorgista, también conocida como el comercio de cercanía macrista. No es para menos. Sumar schiarettismo, que es una variante del peronismo contra el que compite el juezismo por la gobernación de Córdoba, no parece lo más lógico. Mucho menos a dos semanas de las elecciones cordobesas. Una cosa fue sumar al pichettismo en 2019 y otra muy distinta es sumar al schiarettismo cuando estás entrando al cuarto oscuro para enfrentarlo.

Así como el larretismo acertó cuando se le plantó al macrismo que pretendía obligar a los porteños a votar una lista sábana para ayudar al primo, o sea a la filial jorgista del macrismo, ahora Larreta falla con este papelón monumental y pone en riesgo la coalición opositora.

La excusa de que hay que sumar espacios al espacio es solo eso, una excusa. Siempre se puede sumar después de las PASO y de las elecciones generales. De hecho, las alianzas necesarias para garantizar un cambio sustentable se hacen después, aunque se negocien antes, como corresponde entre gente seria que se supone que son. ¿Son, no?

Visto así, la cosa no se entiende. ¿Que tendrá el schiarettismo que a los larretistas los vuelve locos? Buceemos en estas corrientes marítimas y veamos que hay en el fondo del mar.

Si bien todos sabemos que los medios mienten, como nos enseñó el cristinismo, dicen los medios que el larretismo y el schiarettismo comparten un mismo operador político. Un tal Guillermo Seita, que no es el jefe del seitismo sino el CEO de Supermarket Seita SA. Una especie de representante artístico, a quien no lo conoce ni el loro, pero en cuyas oficinas a veces se debaten ideas y otras veces se reparten dividendos.

Es sabido que para una campaña presidencial hace falta guita. Mucha. El kirchnerismo dispone del Estado Nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de la provincia de Santa Fe, por nombrar las cajas más importantes. Al larretismo solo lo alimenta la Ciudad de Buenos Aires, que es una buena caja pero tal vez no sea suficiente. La mosca de Córdoba le vendría fenómeno. ¿Será eso lo que están discutiendo? Nahhhh, ¿Quién podría pensar así de Larreta? Y en tal caso, tampoco se entiende qué ventaja obtendría el schiarettismo. ¿Acaso asegurarse un local en el shopping de un futuro gobierno de Juntos por el Cambio? Nahhhh. Los medios mienten y la gente es mal pensada. Mejor veamos qué pasa enfrente.

Hoy es día de elecciones en San Luis, Mendoza y Tucumán. En San Luis se presenta el rodriguezsaaismo rama Alberto que lleva de candidato a Trombetta (se llama así), jefe del trombettismo puntano. Enfrentan al rodriguezsaaismo rama Adolfo, que lleva de candidato a un tal Poggi, jefe del poggismo. La existencia del trombettismo y del poggismo demuestra que algunos líderes de los grandes movimientos populares no nacieron con el apellido más apropiado.

Por su parte, en Tucumán los camiones de caudales que circulan anticipan el triunfo del jaldoismo, que viene del manzurismo, que a su vez desciende del alperovichismo. En este caso, hay que reconocer que Alperovich ligó mejor en el reparto de apellidos. Ex gobernador, ex senador, acosador, abusador sexual y kirchnerista (las tiene todas) tuvo suerte porque alperovichismo va bien con machismo, bicho, facho, machirulo, derecha, kirchnerista, más “ch” no puede tener. Por suerte son pocos los que dicen que también es chorro. Distinto es el caso del insfranismo que suena raro. Dicho sea de paso, algún día Cristina debería explicarle a los pibes para la liberación su devoción por estos demócratas del norte argentino.

Reflexión al margen: ligó bien el General con el apellido que dió lugar al peronismo. De haberse llamado Juan Domingo Trombetta, posiblemente todavía estaría preso en la isla Martín García.

Por lo demás, el albertismo disfruta emputeciendo al cristinismo con su apoyo al sciolismo, en este caso acompañado por el tolosapazismo que no le aportará muchos votos pero le asegura los afiches en la vía pública. Tienen el soporte técnico del cafierismo y el cerrutismo, dos incipientes movimientos populares cuyo congreso bien podría realizarse en un ascensor, pero que le aportaría al sciolismo cierta claridad en la comunicación. El cafierismo en inglés y el cerrutismo en eso que ella debe creer que es castellano.

También está emputecido el massismo, tanto la rama sergista como la rama malenista que parecen lo mismo pero no lo son. El malenismo viene del peronismo más puro mientras que el sergismo debutó en la Ucedé. Los une el amor y la descendencia del menemismo. En realidad, todo este gobierno es descendencia del menemismo. Empezando por Cristina y Alberto.

En otra muestra de confusión, el líder del massismo, que había prometido barrer a los ñoquis de La Cámpora y terminó barriendo para los ñoquis de La Cámpora, se opone a las PASO con la excusa de que un mal resultado complicaría la economía. Error. Es exactamente al revés. Si el kirchnerismo saca el 20%, acá no pasa nada. En cambio si Cristina, Wado, Axel o Massa se acercan al 40% el dólar se va de 500 a 1.000 mangos en un día, para más datos consultar al macrismo por las PASO del 2019. Apoyar a Maduro o elogiar la dictadura china tiene sus consecuencias.

Mientras sucede todo esto, en tierras del kicillofismono hay turnos pediátricos porque, a 150 lucas por mes, ya no hay más pediatras. Para que los niños no se sientan solos también castigan a los viejos pagando las jubilaciones en el Banco Provincia con billetes de 100. Posta. O sea que un jubilado que cobra la mínima y el bono tiene que salir del banco con 900 billetes. Si quiere de 1.000 le ofrecen pagarle en cuotas. Así y todo dicen que el líder del kicillofismo es el que mejor retiene los votos del cristinismo.

Si este es el mejor, lo que deben ser los otros.

Publicada el 10 de junio de 2023 en el diario Clarín de Argentina

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