Es conveniente ser conscientes de la coexistencia de varios sistemas económicos y socio-ambientales así como conjuntos jurídico-institucionales en cada país. Hay que tenerlos en cuenta porque ejercen una enorme influencia en la estrategia y en las políticas públicas hacia el desarrollo sostenible. En países del “Tercer Mundo” suele tener lugar un variopinto de modelos económicos originalmente puros, residuo de relaciones pre-mercantiles y pre-capitalistas, articulando mezclas entre sistemas capitalistas y pos-capitalistas, junto con manifestaciones de socialismo y comunismo en varias modalidades, entre ellas también el capitalismo monopólico de Estado.

HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL. Con frecuencia en América Latina y el Caribe (ALC) toman expresiones de autosubsistencia, de socialismo o comunismo autóctonos así como de social-democracia y de social-liberalismo en medio de expresiones propias de populismos y capitalismos (“salvaje”, pre-mercantil, competitivo, monopólico, público y privado, etc.), insertas en diversos modos de producción y estilos de vida.  Estas formas mixtas de producción y de convivencia son generalmente el resultado de estructuras de poder (locales, regionales e internacionales), tanto en términos clandestinos como formales e ilegales. Influyen decisivamente en propuestas hacia un desarrollo más o menos sostenible. A veces son el resultado de un consenso amplio entre representantes del sector privado empresarial, del sector público y de la sociedad civil, el “tercer sector” con sus diversas organizaciones.

INGRESO PER CÁPITA. Haciendo una breve historia, en un principio metas sociales, ambientales y políticas tuvieron en dichas propuestas una importancia secundaria. Pobreza, miseria, desempleo, subempleo, marginalidad, desigualdad social, etc. han sido categorías sociales relegadas a segundo plano al igual que las ambientales versus entornos libres de polución en superficie y subsuelo, en el aire y en las aguas. Algo similar ocurría con las categorías políticas (participación en las decisiones del ámbito rural y urbano, en empresas de bienes y servicios, en derechos de representación, de reunión y asociación, de libre expresión, etc.). La creencia general ha sido que el aumento del ingreso per cápita y el crecimiento económico acarrearían por si solos y automáticamente la consecución de metas sociales, ambientales y políticas. El énfasis estaba puesto en el crecimiento; el desarrollo social, ambiental y político vendrían más tarde.

CRECIMIENTO ECONÓMICO. Las experiencias negativas hechas en la segunda mitad del siglo XX demostraron ampliamente el fracaso de teoría y práctica en torno al crecimiento del producto interno bruto (PIB) concebido como locomotora del desarrollo económico que más tarde traería consigo también el desarrollo social, político y cultural. En los países en vías de desarrollo y particularmente en ALC, el crecimiento económico no solamente no ha conducido al desarrollo social, ambiental y político, como se creía. El crecimiento del PIB ni siquiera ha podido cimentar un desarrollo económico sólido. En la mayoría de los casos el crecimiento económico se redujo solo al crecimiento del ingreso per cápita, y, en muchos casos, este crecimiento fue excesivamente lento.

INDICADORES SOCIALES Y AMBIENTALES. A mediados de la segunda mitad del siglo XX por primera vez se tuvieron en cuenta también algunos indicadores socio-ambientales en los planes de desarrollo, sin abandonar la política del crecimiento económico. Se trataba de ampliar el objetivo del aumento del ingreso per cápita con dichos enfoques. El Grupo del Banco Mundial, una de las instituciones financieras de ayuda para el desarrollo más poderosas del mundo, mencionaba en su “Informe sobre el Desarrollo” de 1978 dos objetivos fundamentales: la aceleración del crecimiento económico y la lucha contra la pobreza. Eso fue ampliado más tarde con equilibrio ecológico. Adicionalmente, instituciones internacionales de alto prestigio, como las Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre muchas otras, fueron incorporando metas socio-ambientales en sus planes de desarrollo sostenible.

(Continuará)

Publicado el domingo 18 de diciembre de 2022 en el diario Última Hora de Asunción así como posteriormente en www.rsa.com.py y en redes sociales. 

Dr. Ricardo Rodríguez Silvero

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