Estamos entre los mejores países sudamericanos en términos de combate contra el corona-virus internacional, si se utilizan los indicadores oficiales como fidedignos y se relacionan las muertes con los –comprobados- infectados por el virus. Proporciona poca información compararlos con el total de la población en cada país. Tampoco podemos calcular coeficientes con los portadores sanos o los infectados asintomáticos, porque no tenemos ni idea de cuántos pueden ser.
SABEMOS POCO. Tenemos que poner en los “considerandos” de la pandemia global nuestro desconocimiento sobre naturaleza, síntomas y síndromes seguros del covid-19. Poco sabemos a ciencia todos los tipos de enfermedades mortales provocadas por él. Ni los mejores laboratorios médicos y farmacéuticos ni los infectólogos ni epidemiólogos de los países más avanzados tienen ningún medicamento que pueda curar la enfermedad del virus en el organismo infectado ni sabemos si el virus puede tener rebotes en el mismo cuerpo infectado que ha sido dado de alta después de terapias intensivas. Para peor, no podemos descartar una segunda ola global de infección si se relajan los controles.
QUÉ HACER? Tampoco tenemos seguridad sobre la estrategia más efectiva para combatir la pandemia. Países, como algunos escandinavos, por ejemplo Suecia, no han prohibido a sus ciudadanos sus tareas normales. Ni siquiera han clausurado escuelas ni prohibido eventos multitudinarios. Pero otros países, como Alemania, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelandia, Singapur, entre otros, han reaccionado a tiempo, pidiendo a su población que permaneciera en su casa, prohibiendo eventos masivos bajo sospecha de ser gigantescos focos de infección, salvo excepciones como ir a centros médicos, supermercados, farmacias, estaciones de servicios y similares. Hay otros países, liderados por Italia y España, en Europa, y por EEUU y Brasil, en las Américas, que han reaccionado relativamente tarde. Alli las cifras de muertes y de contagios masivos son altas y no han podido imponerse a la pandemia en sus primeros dos meses. Hoy en día han caído en la incertidumbre de cómo relajar las medidas tomadas tardíamente y si ya es tiempo de volver a las actividades normales o no.
EN ECONOMÍA. Simultáneamente, en concomitancia con tales hechos, la caída en las actividades económicas ha sido mayoritariamente fuerte, al punto de conocerse predicciones catastróficas si no se toman “las medidas adecuadas” (cuáles?!) y los pronósticos sobre la recesión se volvían apocalípticos. Instituciones multilaterales, de cuya seriedad no se duda, como el Fondo Monetario Internacional y el Centro del Comercio Mundial, han lanzado advertencias siniestras de coyunturas como “la peor recesión desde 1928” y “una caída estrepitosa en el comercio mundial de magnitud inédita”. También son contestes en dar proyecciones dramáticas sobre la caída del producto interno y del comercio internacional. Las instituciones multilaterales tienen dificultades en hallar propuestas de reactivación económica para políticas públicas que no empeoren endeudamiento ni déficit fiscal.
MÁS DE LO MISMO. Recordemos la expresión del famoso genio astrofísico: “nunca se tendrán resultados diferentes si se sigue haciendo siempre lo mismo”. Es preocupante observar que en el recurso al sobre-endeudamiento para fomentar la salud y la economía, parece olvidarse que los grandes desequilibrios en nuestras políticas públicas sudamericanas están en la deformación estructural del Presupuesto General de la Nación (mala calidad del gasto público e inversiones deficitarias y demoradas) así como en la cleptomanía y la ineptocracia con nepotismo, en gran impunidad vs lavado de dinero y crimen organizado. Además, algunos pierden de vista que la escasa recaudación tributaria, con la que se debe financiar el PGN, sufre de alta evasión (40% de la potencial) y que la política tributaria cae sobre los mismos contribuyentes de siempre, acompañadas de increíble tolerancia hacia ciertos todopoderosos, económica y políticamente hablando. En estas condiciones, la clase media seguirá pagando los platos rotos y los informales, liderados por cuenta-propistas, micro-empresarios urbanos y micro-emprendedores rurales, llevarán la peor parte en términos de caída de ingresos y de desempleo. Independientemente de cómo financiar el sobre-endeudamiento y evitar el mayúsculo déficit fiscal, las políticas de reactivación deberían concentrarse en la masiva creación de puestos de trabajo, principalmente para mano de obra no calificada, en obras de infraestructura, viviendas, escuelas y alcantarillado, las de mayor necesidad en nuestro país.
Dr. Ricardo Rodríguez Silvero
Asunción, 15 de mayo de 2020