PREGUNTA: ¿Por qué usted habla en entrevistas radiales de “reforma tributaria adicional” para poder combatir el corona virus y para el financiamiento del hiper-endeudamiento a los efectos de reactivar la economía, que ya cayó en recesión? ¿Es que la reforma tributaria que promulgaron para entrar en vigencia en 2020 no es suficiente?
RESPUESTAS: Efectivamente, la que fue promulgada antes de la pandemia no fue suficiente para conseguir los recursos necesarios a fin de fortalecer la economía, en ese entonces (fines de 2019 y comienzos de 2020) en plena fase de crecimiento. Esa reforma fue a todas luces insuficiente porque no hubo tiempo de aplicarla en un 100% y porque seguía gravando a los de siempre, sin ningún plan concreto para reducir la enorme evasión tributaria ni la omnipresente informalidad.
Desde que se instaló el corona virus ya a comienzos de febrero del año en curso, el Gobierno tuvo que echar mano a un endeudamiento grande para financiar el combate contra el covid-19 y las consecuencias de la caída en la actividad económica, que tuvo lugar por las medidas tomadas contra el virus, tales como la cuarentena, con sus postulados “quédate en casa” y “cumple el protocolo sanitario cuando salgas” (lávate las manos, usa mascarilla y guarda distancia de los demás).
FORMALES. Las actividades formales son definidas como aquellas de las empresas que están debidamente registradas y pagando regularmente sus impuestos, con su personal inscripto en el Ministerio de Trabajo y en el Instituto de Previsión Social. Son las que, independientemente de su tamaño, cumplen con todas las normas vigentes. Numerosas empresas formales entraron en restricción de actividades o se clausuraron hasta que pase la impostergable lucha antivirus. Eso ocasionó que la mano de obra formal, trabajando en ellas, sufriera respectivamente una reducción de sus haberes o quedara sin empleo.
INFORMALES. Por otro lado, gran parte o la mayor parte de la economía en nuestro país, dependiendo dicha proporción de la actividad de la empresa, de su capital y mano de obra así como del tipo de trabajo ofrecido en ella, pertenece a la economía informal. Ergo, sus empleados no están registrados ni en el Ministerio del Trabajo ni en el Instituto de Previsión Social. Además, gran número de tales actividades informales son realizadas como “cuenta-propistas” o empleados por cuenta propia, tales como micro-emprendedores rurales y micro-empresarios urbanos. Casi todos ellos o han quedado sin ingresos suficientes o tuvieron que cerrar.
INSUFICIENTES. Los recursos financieros que puso a disposición el Ministerio de Hacienda sólo alcanzaron para una parte considerable de la economía formal y sólo a una pequeña parte de la informal. Los fondos habilitados para atender esas necesidades fueron varios, con diversas denominaciones. El importe del endeudamiento ad hoc incurrido hasta mediados de 2020 ascendió ya a unos 2.600 millones de dólares norteamericanos y la necesidad es mucho mayor. Ya a comienzos del segundo semestre de este año se necesitan muchos más recursos.
CÓMO SE LOS PAGARÁ? Preguntas claves en ese contexto son no solamente de dónde se los obtendrá sino también y sobre todo cómo se pagará esa hiper-deuda. Si el Gobierno no consigue ni siquiera reducir la mala calidad del gasto público (eufemismo por clepto- e ineptocracia con nepotismo, síndrome de la mega-corrupción y de la generosa impunidad), el peligro que los mismos contribuyentes de siempre y su descendencia serán los que tengan que pagarlo es inminente, a menos que el Poder Ejecutivo ponga en marcha una “reforma tributaria adicional” y presente a la ciudadanía un plan concreto para la contención de los gastos públicos innecesarios, reduciendo el déficit fiscal que ya se anuncia en -6% del PIB. Esa reforma impositiva, complementaria a la que está vigente ahora sin poder ser implementada debidamente, tendrá que ser más amplia y asegurar los recursos para financiar ese hiper-endeudamiento.
Dr. Ricardo Rodríguez Silvero