El Banco Mundial advierte que los datos de su página web, que se utilizan en esta columna, deben ser actualizados. En el ínterin y esperando que los de 2023/24 se publiquen en ella, para más informaciones debe recurrirse a esta otra https://documents1.worldbank.org/curated/en/09960030-9262311903/pdf/IDU03f9b388a0827404384094300badd-4180352b.pdf En caso de que esto último no fuera posible, datos alternativos pueden encontrarse en www.rsa.com.py
ESCASA DIVERSIFICACIÓN DE LA MATRIZ. Casi 100% de la capacidad instalada corresponde a energía hidroeléctrica. El 80% es brindada por Itaipú, el 18% por Yacyretá y el 2% por Acaray. Esto deriva en una alta vulnerabilidad climática, con impacto directo en la balanza de pagos por el excedente exportable. Por otro lado, el bajo costo de la producción de la hidroelectricidad limita el atractivo para inversiones en otras tecnologías, como la energía solar. La capacidad instalada de generación podría volverse insuficiente ya en 2030 o incluso antes.
EXPORTACIONES Y DEMANDA INTERNA. 25% de las exportaciones totales en 2015-2019 (presequía) fueron de electricidad y 52% aumentó la demanda eléctrica en 2012-2020, más que la demanda de energía total (41%) y que el crecimiento económico (31%). A este ritmo, el consumo interno podría igualar la capacidad instalada en 2030-2035, desapareciendo los excedentes exportables. Además, la electrificación del transporte y la industria podría provocar una presión adicional.
COBERTURA ALTA CON DESAFÍOS EN CALIDAD DEL SERVICIO. Casi la totalidad de la población cuenta con energía eléctrica, pero en el verano, las altas temperaturas y los picos de demanda estresan las redes. Si bien ha mejorado en los últimos años, la calidad del servicio aún es baja. Tampoco existe un marco regulatorio con estándares de calidad. La inversión pública en el sector energético está entre las más bajas de la región (0,45% del PIB). Fuente: Infralatam Nota. Gasto público de capital en el sector energético, promedio anual 2008-2017
TARIFAS INSUFICIENTES PARA CUBRIR COSTOS. No hay un mecanismo de determinación tarifaria que sea público, objetivo y previsible. Las tarifas eléctricas están entre las más bajas de la región, siendo cubierta gran parte de las inversiones por recursos no tarifarios. El nivel de pérdidas es elevado. El 26% de la energía eléctrica disponible se fue en pérdidas durante 2021. La abundancia de hidroelectricidad genera la percepción de que las tarifas deberían ser bajas, ya que no se contemplan los costos asociados a las redes y su mantenimiento. Esto no genera incentivos para que los usuarios hagan uso racional del servicio y realicen inversiones en eficiencia energética. El incremento sostenido de la demanda y el cambio climático ofrecen una oportunidad para sensibilizar a los usuarios sobre los costos de provisión de un servicio eléctrico de calidad, confiable y sostenible en el tiempo.
ESTRUCTURA INSTITUCIONAL DÉBIL. La política energética está a cargo del Viceministerio de Minas y Energía, con una participación importante de ANDE, Itaipú y Yacyretá. La falta de autonomía presupuestaria de ANDE condiciona las decisiones de gasto e inversión. No existe operador de despacho ni regulador. Detalles al respecto están disponibles en la página web de cada una de las instituciones citadas aquí.
BAJO PRECIO DE ELECTRICIDAD. En lo que a oferta bruta se refiere, Paraguay tiene una matriz energética con elevada participación de hidroelectricidad y biomasa. El 64% se destina a consumo interno, el 19% se exporta y el resto representa pérdidas y stock. El 35% son de hidroeléctricas binacionales, el 39% es biomasa y el 25% proviene de derivados del petróleo que son importados. En lo que corresponde al consumo interno, el consumo final de energía es reemplazado en gran medida por combustibles importados, aumentando la dependencia externa: Esto representa el 41% e igual porcentaje corresponde a biomasa, de origen nacional. El resto (18%) es de hidroeléctricas.