Aunque las internas presidenciales se realizarán en diciembre, la actividad electoral se ha adelantado con mucha antelación, con las consecuencias negativas para la marcha del país, ya que todo se mide con la vara del internismo partidario.

Estos días están marcados por la suba de combustibles y la tensión social generada por los cortes de ruta convocados por los camioneros y otros sectores, cuya actividad depende en gran medida de la movilidad. La reducción del precio del gasoil (tipo III) y la nafta de 93 octanos de la petrolera estatal Petropar descomprimió la tensión y tranquilizó a un sector de los manifestantes, pero otro grupo pretende la aprobación de la ley del subsidio y se mantiene a la vera de las rutas. Pero no basta con la reducción estatal, ya que tiene un mercado acotado que no llega al 15%.

La debilidad del Gobierno quedó al desnudo con este conflicto. Su propuesta de subsidiar con un préstamo de USD 100 millones los precios del combustible no tuvo eco en el Senado, que el viernes no tuvo cuórum para tratar el tema. Luego del fracaso político, Petropar bajó aún más sus precios. Una decisión que algunos analistas económicos no comparten porque genera una competencia desleal con la distorsión de precios y la consecuente pérdida para la petrolera estatal que aumentará el agujero negro del déficit fiscal, ya que el Estado dejará de percibir G. 12.000 millones al mes por la baja de precios.

La complejidad del tema, la eterna corruptela de la petrolera estatal que no genera confianza por su falta de transparencia, sumada al oligopolio de las importadoras de combustible y la escasa transparencia del negocio no contribuyen a un debate sincero para lograr soluciones justas para los sectores más golpeados por la situación.

La solución parche hará agua en breve en medio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que generó el alza de precios a nivel mundial y que tiene al planeta en un inestable vaivén. Pero además hay cuestiones de fondo que se deben resolver para evitar que las coyunturas generen tanta crispación. Pero la palabra previsibilidad no existe en el diccionario político paraguayo.

DE QUÉ LADO ESTÁS. “Nunca desaproveches una buena crisis”, es una ley en política. Es lo que están haciendo algunos planteando soluciones mágicas e imposibles para resolver el conflicto. Desde la hipocresía de algunos parlamentarios que dicen que se recorten privilegios que ellos mismos votaron alegremente en el presupuesto general, hasta eliminación de impuestos sin mostrar las consecuencias a largo plazo.

Pero el más escandaloso e inoportuno de todos es la propuesta del senador cartista Sergio Godoy, quien pretende rebajar de categoría dos ministerios sociales: Niñez y Acción Social, alegando que con ello se ahorrarán USD 40 millones, un número que sustenta en estudios del Club de Ejecutivos del Paraguay. La ministra Teresa Martínez señaló que el cambio de rango de secretaría a ministerio no costó un solo guaraní más al Estado. Es más, el presupuesto anual de Niñez y Adolescencia oscila los USD 10 millones. No cuajan sus cálculos.

Godoy, de la privilegiada casta política, no se anima a plantear recortes a los rubros superfluos de sus colegas del Congreso, el Poder Judicial o el Poder Ejecutivo, no porque no tenga los datos, sino porque protege a los sectores económicos y políticos privilegiados que desangran el Estado. Solo en rubro de combustibles, el Estado gasta USD 46 millones. A excepción de la Policía Nacional y Salud Pública, se podría rebajar considerablemente a los demás organismos del Estado. ¿Por qué no planteó el recorte del escandaloso cupo de G. 3.500.000 mensuales que reciben los diputados? ¿O la jubilación de privilegio de los legisladores? Quizá no sumen mucho, pero como mensaje de austeridad a una población golpeada por la crisis económica sería un mensaje esperanzador.

Cuando hay crisis económicas, hay que focalizar la atención en los sectores más vulnerables de la sociedad y no al revés. Si en poco nada aporta este recorte en términos económicos, políticamente dice mucho de Godoy que focalice su tijerazo en los sectores vulnerables.

Se señala también con insistencia que toda crisis es una oportunidad. En el caliente mes de marzo, que entraña crisis social y política, la clase dirigente debería mirar mucho más allá de sus mezquinas disputas internas y sus oscuros negocios para, primero, sacar hoy las castañas del fuego, pero también para encontrar soluciones de fondo. Finalmente, ganarán todos, ya que ordenará el camino por el que transitará el que gane las elecciones presidenciales.

Estela Ruíz Díaz

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